Sir Henry Morton Stanley, (29 de junio, 1841 - 10 de mayo, 1904) fue un explorador y periodista galés nacionalizado estadounidense, famoso por sus expediciones a la entonces misteriosa África central, en una de las cuales encontró al desaparecido David Livingstone.
El buscavidas sin nombre
Stanley tuvo una infancia y adolescencia turbulentas que prefirió olvidar, y en algunos casos cambiar. Escribió varias autobiografías distintas a lo largo de su vida en las que es difícil saber realmente qué es verdad y qué no de lo que en ellas se cuenta. De todos modos, se puede decir que nació el 29 de junio de 1841 en Denbigh, Gales (Reino Unido), de madre soltera, y que fue bautizado como John. Nunca llegó a conocer a su verdadero padre y su madre lo abandonó en el orfanato local de St. Asaph a los 6 años, donde permaneció hasta los 15. Se cree que el apellido que llevó durante los dos años que trabajó en el puerto de la ciudad, Rowlands, se lo compró a un marinero borracho en una cantina, que accedió a darle su apellido tras recibir una suma de dinero. A los 17 años se embarcó rumbo a Nueva Orleans, donde desembarcó en febrero de 1859, trabajando en el barco como marinero para pagarse el pasaje. Durante los años siguientes se movió por distintas ciudades de Estados Unidos tratando de hacer fortuna, y llegó incluso a marcharse al entonces salvaje Oeste para buscar oro, fracasando en el intento. Cada cierto tiempo cambiaba ligeramente su nombre, como si nunca estuviese de acuerdo con él: fue conocido sucesivamente como John Rolling, John Rollins, John Morley Rollins, John Morleake Rollins, John Moreland Rollins y finalmente John Morton Rollins, nombre con el que se presentó al comerciante Henry Stanley y se convirtió en su sirviente. Éste murió en 1861 y entonces su criado se renombró por última vez como Henry Morton Stanley, según él, porque quería expresar su gratitud a quien había sido como un padre para él llevando su nombre como propio.
Militar, Periodista y Explorador
En 1862 se enroló en el ejército confederado durante el curso de la Guerra Civil Estadounidense, pero poco después fue hecho prisionero por el enemigo. Sin dudarlo un instante, se enroló esta vez del lado de la Unión para combatir a sus antiguos compañeros. Al terminar la guerra en 1865 comenzó a colaborar en varios periódicos como reportero, siendo contratado en el New York Herald en 1867 como corresponsal en el extranjero.
En busca de Livingstone
"¿El Doctor Livingstone, supongo?"Tras varios reportajes en el Oeste norteamericano y Turquía, recibió en 1869 el encargo de viajar a África y cubrir una serie de escaramuzas entre británicos y abisinios que habían tenido lugar en las fronteras de Etiopía. Ese mismo año se le encargó su misión más conocida, la de encontrar y entrevistar al misionero y médico escocés David Livingstone, al que se había perdido la pista en África oriental unos meses atrás y que entonces se hallaba en paradero desconocido. De acuerdo a los testimonios de la época, el propietario del periódico, James Gordon Bennett, Jr., era un miserable que sólo pensaba en los beneficios de la publicación y no le importaba arriesgar lo que fuera. Según el propio Stanley, la encomienda de la misión no tuvo nada de romanticismo y se limitó a un "Coge 1000 libras ahora, y cuando las hayas gastado, coge otras 1000, y cuando las hayas gastado, coge otras 1000 y cuando hayas acabado con ellas, coge otras 1000 y así sucesivamente... ¡PERO ENCUENTRA A LIVINGSTONE!"
La expedición de búsqueda contaba con todo tipo de lujos para la época y se compuso inicialmente de 200 porteadores que fueron contratados en Zanzíbar y áreas circundantes. Tras ocho meses de búsqueda con todo tipo de aventuras, en los que pudo comprobar que el Nilo no se conectaba con el lago Tanganica, dio con Livingstone en Ujiji, en la actual Tanzania, a quien saludó con la famosa frase: "¿El Doctor Livingstone, supongo?" El objetivo final de llevarlo de vuelta a Europa no pudo concretarse debido a la mala salud de Livingstone, que murió unos meses después en África, pero Stanley se cubrió de oro y fama a su regreso a Gran Bretaña, editando un libro sobre su experiencia en el continente negro y dando múltiples conferencias en Europa sobre el tema.
Viajes al Congo
Volvió a África en 1874 para intentar descubrir el punto exacto en que nacía el río Nilo. La financiación de la nueva expedición corría a cargo del New York Herald y el periódico británico Daily Telegraph, estaba compuesta por 300 porteadores africanos y 3 occidentales además de Stanley.
Se dirigió inicialmente al río Ualaba, que había conocido de la mano de Livingstone, y siguió su curso creyendo que se encontraba cerca de su objetivo, pero descubrió pronto su error. Comprobando que el flujo de las aguas se unía al de otros ríos de caudal cada vez más grande, Stanley propuso cambiar radicalmente el sentido de la expedición y continuar hasta hallar la desembocadura final del río subsidiario, que supuso que sería el Níger o quizás el Congo. En 1877, tres años después de comenzar el viaje, lo que queda de la expedición logra alcanzar Boma, en la desembocadura del río Congo. Pero esta vez, Stanley no iba acompañado sólo por los nativos, había europeos dispuestos a contar al mundo su desprecio por los porteadores y los pueblos indígenas, a los que sometió a toda clase de agresiones movido por el más puro racismo. Los negros no tenían muy buena prensa en las metrópolis coloniales, pero las acciones cometidas por Stanley durante el viaje se demostraron como mucho más bárbaras que las de los propios salvajes, llegando a maltratar duramente, amenazar o matar a cualquier miembro de la expedición que pusiese en duda sus órdenes, y arrasando poblados congoleños enteros ante la mínima sospecha (siempre infundada) de que pudiesen tramar algo contra los colonizadores. El escándalo cundió por Europa y América, dando al traste con el mito tan admirado sólo tres años antes. Stanley trató de defenderse como pudo, argumentando entre otras cosas que "los salvajes sólo respetan la fuerza, el poder, la valentía y la decisión". Las críticas siguieron arreciándose.
El Estado Libre del Congo
La popularidad de Henry Morton Stanley había caído hasta tal punto en Gran Bretaña que allí no encontró a nadie más dispuesto a pagarle una nueva expedición. No obstante, el rey Leopoldo II de Bélgica recurrió a él en 1878 para que dirigiera el establecimiento de colonias en puntos estratégicos del río Congo. Tal operación, aunque tenía como objetivo someter la zona a la autoridad de Leopoldo, no pretendía convertir la zona en colonia alguna de Bélgica. Lo que el rey pretendía era crear un nuevo estado que se pusiese directamente bajo su propiedad, que fue reconocido como Estado Libre del Congo en la Conferencia de Berlín (1884-1885) que sancionó el Reparto de África.
La actitud de Stanley con los nativos fue aún más brutal que en acciones pasadas. El objetivo último de la empresa era el expolio, y para ello masacró y destruyó sin piedad, además de imponer tratados a los nativos con condiciones ridículas para ellos en un idioma que ni siquiera entendían. Bajo su supervisión, que duró hasta 1884 y dejó varios miles de muertos, se construyeron todo tipo de fuertes y nuevas ciudades a las orillas del río Congo como Léopoldville, la futura Kinshasa, que estaban unidas por el nuevo ferrocarril del Congo. Todas estas obras de ingeniería fueron construidas empleando africanos en condiciones de esclavitud, algo que las leyes belgas e internacionales prohibían, y que pronto dieron lugar a más y más escándalos. Por el ferrocarril llegaban hasta el mar enormes cargamentos diarios de marfil y caucho.
El falso rescate de Emin Pasha
Emin Pasha.La última misión de Stanley en el continente africano fue la de rescatar a Mehemet Emin Pasha, un naturalista y físico alemán que se había convertido al Islam (o fingía haberlo hecho) y permanecía cautivo del Ejército del Mahdi, en Sudán. Hacia 1885, el gobierno egipcio en Sudán, entonces tutelado por los británicos, había sido derrocado por este movimiento popular y religioso y el gobernador de Jartum, Charles George Gordon, fue asesinado. Pasha, gobernador de la provincia de Equatoria, al sur de Sudán, se vio en peligro y solicitó la unión de su territorio a la Corona Británica. Aunque los oficiales coloniales desecharon inicialmente tal propuesta, la opinión pública comenzó a ver a Emin Pasha como un segundo General Gordon en grave peligro de muerte por los seguidores del Mahdi.
Preparativos
Por esta razón, el filántropo escocés William MacKinnon planeó una misión de rescate que sería sufragada por él mismo. Para encabezarla pensó en Stanley, que a pesar de su mala fama seguía siendo prácticamente el único europeo con experiencia en África central. Henry Stanley había terminado su trabajo en el Congo, pero seguía bajo contrato del Leopoldo II, por lo que MacKinnon y el propio Stanley, que aceptó la propuesta sin pensárselo dos veces, marcharon a Bruselas para negociar con el rey en persona. Éste no sólo dio su permiso a Stanley para partir, sino que se comprometió a poner los medios necesarios para el viaje de vuelta, con la condición de que éste y también el de ida se hiciesen remontando el río Congo (y no desde Kenia como estaba previsto inicialmente), y de paso, asegurasen para Leopoldo el curso alto del río.
En 1887, a su regreso a Londres para planificar la nueva expedición, Stanley pudo ver cómo su popularidad en Gran Bretaña se estaba recuperando. La nueva expedición volvió a batir el récord como la mayor y mejor equipada de la Historia, contando con un barco, el Advance, cuya carga sería transportada por 12 equipos de porteadores, e incluso varios cañones del recién inventado modelo Maxim, cedidos por el propio inventor, Hiram Maxim. Los oficiales elegidos para la expedición fueron James S. Jameson, cazador de grandes animales, viajero y artista; John Rose Troup, empleado del Estado Libre del Congo; los militares británicos R. H. Nelson, William Bonny, William G. Stairs y Edmund Barttelot, éste último destacado hasta entonces en la India; A. J. Mounteney-Jephson, marino mercante; Thomas Heazle Parke, médico militar destacado en Alejandría; y William Hoffmann, criado personal de Stanley.
La Expedición
El 21 de enero partió de Inglaterra y llegó seis días después a El Cairo, donde se le comunicaron la última información que manejaba el gobierno anlgo-egipcio sobre el paradero de Pasha y se les permitió continuar bajo pabellón egipcio, a pesar de que se mostraron contrarios a la nueva ruta a través del Congo. Volvieron a embarcar en Suez y tras una breve parada en Adén, llegaron el 22 de febrero a Zanzíbar, inicio de casi todas las grandes expediciones europeas al continente negro. Tras 3 días de negociaciones con el sultán de Zanzíbar y el mercader y negrero Tippu Tip se consiguió un nuevo barco, el Madura, provisiones y porteadores suficientes. El acuerdo con Tippu Tip, muy criticado posteriormente en Europa, se comprometía a poner bajo su mando la región de las Cataratas Stanley y cederle una parte de las 75 toneladas de marfil que Stanley preveía traer de vuelta desde Equatoria.
El 18 de marzo, tras bordear todo el sur de África, la expedición arribó a Banana, en la desembocadura del Congo. Desde allí fueron al puerto de Matadi y luego hasta Léopoldville. El progreso de la expedición fue lentísimo debido a que coincidió con la estación lluviosa, y las provisiones escasearon pronto. Al llegar a Léopoldville, Stanley comprobó que la "flota" que Leopoldo le había prometido para remontar el Congo, sólo se componía de un barco, el Stanley. Como evidentemente no era suficiente para cargar todas las armas, provisiones y personal, Stanley requisó tres barcos más en nombre del rey: el Florida, que estaba terminando de construirse, y los Peace y Henry Reed que fueron tomados a los misioneros de la zona en medio de grandes protestas. Como aún así no eran suficientes, debieron dejar parte de la carga en Léopoldville y dividirse en dos expediciones distintas que planeaban unirse de nuevo en Yambuya, a orillas del río Aruwimi, un afluente norteño del Congo, y proseguir hasta Equatoria desde allí. Una vez en Yambuya, los nativos rehusaron alojar la expedición, por lo que Stanley ordenó atacarlos con todas sus fuerzas hasta que huyeron a refugiarse en la selva. La desierta Yambuya se convirtió en un campamento militar fortificado. Posteriormente, el Henry Reed, con Barttelot y Tippu Tip a bordo, prosiguió hasta las cataratas Stanley, donde el negrero rompió su palabra y abandonó la expedición sin proporcionar nuevos porteadores en la zona. Barttlelot volvió a Yambuya sin él, con sólo una vaga promesa de Tip de enviarle algunos refuerzos.
El cruce de las densas selvas de Ituri fue la parte más difícil del viaje. De los 389 hombres que dejaron inicialmente Yambuya, sólo 169 consiguieron sobrevivir debido a las enfermedades, los combates con los pigmeos y negreros árabes y la propia severidad de Stanley. En los campamentos árabes de Ugarrowwa's e Ipoto debieron cambiar gran parte de su armamento y equipos por provisiones para poder continuar. Continuaron mientras el bosque iba siendo sustituido por praderas hasta llegar al lago Alberto el 13 de diciembre, donde las últimas informaciones situaban a Emin Pasha, pero él no estaba allí y los nativos dijeron no haber visto un europeo en años. Mientras acampaba en el fuerte Bodo, construido por él en la aldea de Ibwiri, Stanley recibió el 18 de abril de 1888 una carta de Pasha en la que decía que había oído hablar de la expedición de rescate un año antes y que los rumores de su llegada le habían llevado en marzo hasta el lago Alberto, donde le esperaba.
Encuentro con Pasha y viaje de vuelta
El encuentro con Emin Pasha no fue como se lo había imaginado. El alemán, que vestía y actuaba como un africano (de tal manera que había engañado a la población del lago Alberto), no mostraba ningún tipo de miedo o ansiedad por los rebeldes sudaneses ni consideraba que corriese para entonces peligro alguno o que le hiciese falta algún tipo de rescate. Aun así, brindó de buen grado con el champán que Stanley se había traído para tal evento desde Europa y dio todos los alimentos necesarios a sus rescatadores, que ahora se habían convertido en rescatados. Stanley no consiguió convencer a Pasha de que volviera con él, así que tras un mes de discusiones dejó el campamento tras dar algunas municiones a Pasha y volvió al fuerte Bodo.
Allí encontró a Stairs, que había vuelto de Ungarrowwa's con sólo 14 supervivientes, junto a los hombres que había dejado en Bodo. Al iniciar el viaje de vuelta descubrió los Montes Ruwenzori, y prosiguió rumbo a Yambuya en busca de la segunda columna en que se había dividido la expedición, de la que no había recibido signos de vida desde hacía mucho tiempo. El 17 de agosto encontró a Bonny y un puñado de sus porteadores en Banalya, a 90 millas de Yambuya. Barttelot fue muerto de un disparo durante una disputa, Jameson y Troup habían sido abandonados enfermos de fiebres y Ward había abandonado la expedición y descendido el río Congo de nuevo con la intención de volver a Londres, pues daba a Stanley por perdido tras casi un año sin noticias suyas. La expedición apenas contaba con 412 supervivientes en el viaje de vuelta, 124 de los cuales estaban demasiado enfermos para cargar algún equipaje. El 16 de enero de 1889, recibió una nueva carta de Emin Pasha, que le desveló el paradero de Jephson: los propios hombres de Pasha lo habían capturado en el lago Alberto y sometido a arresto. Posteriormente, un grupo de los oficiales de Pasha se rebeló contra él y lo sometió a arresto domiciliario en Dufile hasta noviembre. Aún en esa situación, Pasha se negó a volver con Stanley una vez más, pero finalmente accedió. El 17 de febrero se reunió de nuevo con Stanley acompañado de 65 de sus soldados en el lago Alberto. En los meses siguientes más soldados y las familias de éstos, tal vez temiendo represalias de los nuevos gobernantes de Equatoria, se unieron a la expedición con el objetivo de llegar a la costa.
Al pasar por los Ruwenzori Stairs aprovechó para coronar su cima, siendo el primer europeo que lo conseguía. Posteriormente siguieron la ribera de los lagos Eduardo y Jorge, y cruzaron las aguas del lago Victoria. Al otro lado Stanley firmó dos tratados con los reyes de Ankole y Karagwe, en la actual Uganda, que fueron utilizados años más tarde por los británicos para reclamar la propiedad del país. El 15 de agosto alcanzaron la misión de Usambiro y se enteraron de las disputas entre alemanes y británicos por la colonización de África oriental. Al aproximarse a la costa encontraron patrullas alemanas y fueron escoltados por el general germano Hermann von Wissmann hasta el puerto de Bagamoyo. Allí se quedó Emin Pasha, aquejado de una enfermedad de la que no se recuperaría hasta 1890. Desde Bagamoyo partieron a Zanzíbar, donde dejaron los escasos lugareños que habían sobrevivido a la expedición, luego a Egipto, donde se quedaron los egipcios y sudaneses, y finalmente a Inglaterra, donde se bajaron los europeos.
Últimos años
Stanley volvía a ser un héroe a su regreso, aclamado junto a sus compañeros desde todos los ámbitos. Publicó otro libro donde relataba esta aventura que se vendió con rapidez. Pero nuevamente, cuando se hicieron públicos los tremendos costes de la expedición y la actitud de Stanley con los africanos, volvieron a arreciarse las críticas.
Stanley se casó poco después con la artista galesa Dorothy Tennant e hizo carrera política, representando en el Parlamento la zona de Lambeth, al sur de Londres, entre 1895 y 1900. Murió en Londres el 10 de mayo de 1904, siendo enterrado en la iglesia de St. Michael, en Surrey, donde una enorme losa de granito narra sus hazañas.
El buscavidas sin nombre
Stanley tuvo una infancia y adolescencia turbulentas que prefirió olvidar, y en algunos casos cambiar. Escribió varias autobiografías distintas a lo largo de su vida en las que es difícil saber realmente qué es verdad y qué no de lo que en ellas se cuenta. De todos modos, se puede decir que nació el 29 de junio de 1841 en Denbigh, Gales (Reino Unido), de madre soltera, y que fue bautizado como John. Nunca llegó a conocer a su verdadero padre y su madre lo abandonó en el orfanato local de St. Asaph a los 6 años, donde permaneció hasta los 15. Se cree que el apellido que llevó durante los dos años que trabajó en el puerto de la ciudad, Rowlands, se lo compró a un marinero borracho en una cantina, que accedió a darle su apellido tras recibir una suma de dinero. A los 17 años se embarcó rumbo a Nueva Orleans, donde desembarcó en febrero de 1859, trabajando en el barco como marinero para pagarse el pasaje. Durante los años siguientes se movió por distintas ciudades de Estados Unidos tratando de hacer fortuna, y llegó incluso a marcharse al entonces salvaje Oeste para buscar oro, fracasando en el intento. Cada cierto tiempo cambiaba ligeramente su nombre, como si nunca estuviese de acuerdo con él: fue conocido sucesivamente como John Rolling, John Rollins, John Morley Rollins, John Morleake Rollins, John Moreland Rollins y finalmente John Morton Rollins, nombre con el que se presentó al comerciante Henry Stanley y se convirtió en su sirviente. Éste murió en 1861 y entonces su criado se renombró por última vez como Henry Morton Stanley, según él, porque quería expresar su gratitud a quien había sido como un padre para él llevando su nombre como propio.
Militar, Periodista y Explorador
En 1862 se enroló en el ejército confederado durante el curso de la Guerra Civil Estadounidense, pero poco después fue hecho prisionero por el enemigo. Sin dudarlo un instante, se enroló esta vez del lado de la Unión para combatir a sus antiguos compañeros. Al terminar la guerra en 1865 comenzó a colaborar en varios periódicos como reportero, siendo contratado en el New York Herald en 1867 como corresponsal en el extranjero.
En busca de Livingstone
"¿El Doctor Livingstone, supongo?"Tras varios reportajes en el Oeste norteamericano y Turquía, recibió en 1869 el encargo de viajar a África y cubrir una serie de escaramuzas entre británicos y abisinios que habían tenido lugar en las fronteras de Etiopía. Ese mismo año se le encargó su misión más conocida, la de encontrar y entrevistar al misionero y médico escocés David Livingstone, al que se había perdido la pista en África oriental unos meses atrás y que entonces se hallaba en paradero desconocido. De acuerdo a los testimonios de la época, el propietario del periódico, James Gordon Bennett, Jr., era un miserable que sólo pensaba en los beneficios de la publicación y no le importaba arriesgar lo que fuera. Según el propio Stanley, la encomienda de la misión no tuvo nada de romanticismo y se limitó a un "Coge 1000 libras ahora, y cuando las hayas gastado, coge otras 1000, y cuando las hayas gastado, coge otras 1000 y cuando hayas acabado con ellas, coge otras 1000 y así sucesivamente... ¡PERO ENCUENTRA A LIVINGSTONE!"
La expedición de búsqueda contaba con todo tipo de lujos para la época y se compuso inicialmente de 200 porteadores que fueron contratados en Zanzíbar y áreas circundantes. Tras ocho meses de búsqueda con todo tipo de aventuras, en los que pudo comprobar que el Nilo no se conectaba con el lago Tanganica, dio con Livingstone en Ujiji, en la actual Tanzania, a quien saludó con la famosa frase: "¿El Doctor Livingstone, supongo?" El objetivo final de llevarlo de vuelta a Europa no pudo concretarse debido a la mala salud de Livingstone, que murió unos meses después en África, pero Stanley se cubrió de oro y fama a su regreso a Gran Bretaña, editando un libro sobre su experiencia en el continente negro y dando múltiples conferencias en Europa sobre el tema.
Viajes al Congo
Volvió a África en 1874 para intentar descubrir el punto exacto en que nacía el río Nilo. La financiación de la nueva expedición corría a cargo del New York Herald y el periódico británico Daily Telegraph, estaba compuesta por 300 porteadores africanos y 3 occidentales además de Stanley.
Se dirigió inicialmente al río Ualaba, que había conocido de la mano de Livingstone, y siguió su curso creyendo que se encontraba cerca de su objetivo, pero descubrió pronto su error. Comprobando que el flujo de las aguas se unía al de otros ríos de caudal cada vez más grande, Stanley propuso cambiar radicalmente el sentido de la expedición y continuar hasta hallar la desembocadura final del río subsidiario, que supuso que sería el Níger o quizás el Congo. En 1877, tres años después de comenzar el viaje, lo que queda de la expedición logra alcanzar Boma, en la desembocadura del río Congo. Pero esta vez, Stanley no iba acompañado sólo por los nativos, había europeos dispuestos a contar al mundo su desprecio por los porteadores y los pueblos indígenas, a los que sometió a toda clase de agresiones movido por el más puro racismo. Los negros no tenían muy buena prensa en las metrópolis coloniales, pero las acciones cometidas por Stanley durante el viaje se demostraron como mucho más bárbaras que las de los propios salvajes, llegando a maltratar duramente, amenazar o matar a cualquier miembro de la expedición que pusiese en duda sus órdenes, y arrasando poblados congoleños enteros ante la mínima sospecha (siempre infundada) de que pudiesen tramar algo contra los colonizadores. El escándalo cundió por Europa y América, dando al traste con el mito tan admirado sólo tres años antes. Stanley trató de defenderse como pudo, argumentando entre otras cosas que "los salvajes sólo respetan la fuerza, el poder, la valentía y la decisión". Las críticas siguieron arreciándose.
El Estado Libre del Congo
La popularidad de Henry Morton Stanley había caído hasta tal punto en Gran Bretaña que allí no encontró a nadie más dispuesto a pagarle una nueva expedición. No obstante, el rey Leopoldo II de Bélgica recurrió a él en 1878 para que dirigiera el establecimiento de colonias en puntos estratégicos del río Congo. Tal operación, aunque tenía como objetivo someter la zona a la autoridad de Leopoldo, no pretendía convertir la zona en colonia alguna de Bélgica. Lo que el rey pretendía era crear un nuevo estado que se pusiese directamente bajo su propiedad, que fue reconocido como Estado Libre del Congo en la Conferencia de Berlín (1884-1885) que sancionó el Reparto de África.
La actitud de Stanley con los nativos fue aún más brutal que en acciones pasadas. El objetivo último de la empresa era el expolio, y para ello masacró y destruyó sin piedad, además de imponer tratados a los nativos con condiciones ridículas para ellos en un idioma que ni siquiera entendían. Bajo su supervisión, que duró hasta 1884 y dejó varios miles de muertos, se construyeron todo tipo de fuertes y nuevas ciudades a las orillas del río Congo como Léopoldville, la futura Kinshasa, que estaban unidas por el nuevo ferrocarril del Congo. Todas estas obras de ingeniería fueron construidas empleando africanos en condiciones de esclavitud, algo que las leyes belgas e internacionales prohibían, y que pronto dieron lugar a más y más escándalos. Por el ferrocarril llegaban hasta el mar enormes cargamentos diarios de marfil y caucho.
El falso rescate de Emin Pasha
Emin Pasha.La última misión de Stanley en el continente africano fue la de rescatar a Mehemet Emin Pasha, un naturalista y físico alemán que se había convertido al Islam (o fingía haberlo hecho) y permanecía cautivo del Ejército del Mahdi, en Sudán. Hacia 1885, el gobierno egipcio en Sudán, entonces tutelado por los británicos, había sido derrocado por este movimiento popular y religioso y el gobernador de Jartum, Charles George Gordon, fue asesinado. Pasha, gobernador de la provincia de Equatoria, al sur de Sudán, se vio en peligro y solicitó la unión de su territorio a la Corona Británica. Aunque los oficiales coloniales desecharon inicialmente tal propuesta, la opinión pública comenzó a ver a Emin Pasha como un segundo General Gordon en grave peligro de muerte por los seguidores del Mahdi.
Preparativos
Por esta razón, el filántropo escocés William MacKinnon planeó una misión de rescate que sería sufragada por él mismo. Para encabezarla pensó en Stanley, que a pesar de su mala fama seguía siendo prácticamente el único europeo con experiencia en África central. Henry Stanley había terminado su trabajo en el Congo, pero seguía bajo contrato del Leopoldo II, por lo que MacKinnon y el propio Stanley, que aceptó la propuesta sin pensárselo dos veces, marcharon a Bruselas para negociar con el rey en persona. Éste no sólo dio su permiso a Stanley para partir, sino que se comprometió a poner los medios necesarios para el viaje de vuelta, con la condición de que éste y también el de ida se hiciesen remontando el río Congo (y no desde Kenia como estaba previsto inicialmente), y de paso, asegurasen para Leopoldo el curso alto del río.
En 1887, a su regreso a Londres para planificar la nueva expedición, Stanley pudo ver cómo su popularidad en Gran Bretaña se estaba recuperando. La nueva expedición volvió a batir el récord como la mayor y mejor equipada de la Historia, contando con un barco, el Advance, cuya carga sería transportada por 12 equipos de porteadores, e incluso varios cañones del recién inventado modelo Maxim, cedidos por el propio inventor, Hiram Maxim. Los oficiales elegidos para la expedición fueron James S. Jameson, cazador de grandes animales, viajero y artista; John Rose Troup, empleado del Estado Libre del Congo; los militares británicos R. H. Nelson, William Bonny, William G. Stairs y Edmund Barttelot, éste último destacado hasta entonces en la India; A. J. Mounteney-Jephson, marino mercante; Thomas Heazle Parke, médico militar destacado en Alejandría; y William Hoffmann, criado personal de Stanley.
La Expedición
El 21 de enero partió de Inglaterra y llegó seis días después a El Cairo, donde se le comunicaron la última información que manejaba el gobierno anlgo-egipcio sobre el paradero de Pasha y se les permitió continuar bajo pabellón egipcio, a pesar de que se mostraron contrarios a la nueva ruta a través del Congo. Volvieron a embarcar en Suez y tras una breve parada en Adén, llegaron el 22 de febrero a Zanzíbar, inicio de casi todas las grandes expediciones europeas al continente negro. Tras 3 días de negociaciones con el sultán de Zanzíbar y el mercader y negrero Tippu Tip se consiguió un nuevo barco, el Madura, provisiones y porteadores suficientes. El acuerdo con Tippu Tip, muy criticado posteriormente en Europa, se comprometía a poner bajo su mando la región de las Cataratas Stanley y cederle una parte de las 75 toneladas de marfil que Stanley preveía traer de vuelta desde Equatoria.
El 18 de marzo, tras bordear todo el sur de África, la expedición arribó a Banana, en la desembocadura del Congo. Desde allí fueron al puerto de Matadi y luego hasta Léopoldville. El progreso de la expedición fue lentísimo debido a que coincidió con la estación lluviosa, y las provisiones escasearon pronto. Al llegar a Léopoldville, Stanley comprobó que la "flota" que Leopoldo le había prometido para remontar el Congo, sólo se componía de un barco, el Stanley. Como evidentemente no era suficiente para cargar todas las armas, provisiones y personal, Stanley requisó tres barcos más en nombre del rey: el Florida, que estaba terminando de construirse, y los Peace y Henry Reed que fueron tomados a los misioneros de la zona en medio de grandes protestas. Como aún así no eran suficientes, debieron dejar parte de la carga en Léopoldville y dividirse en dos expediciones distintas que planeaban unirse de nuevo en Yambuya, a orillas del río Aruwimi, un afluente norteño del Congo, y proseguir hasta Equatoria desde allí. Una vez en Yambuya, los nativos rehusaron alojar la expedición, por lo que Stanley ordenó atacarlos con todas sus fuerzas hasta que huyeron a refugiarse en la selva. La desierta Yambuya se convirtió en un campamento militar fortificado. Posteriormente, el Henry Reed, con Barttelot y Tippu Tip a bordo, prosiguió hasta las cataratas Stanley, donde el negrero rompió su palabra y abandonó la expedición sin proporcionar nuevos porteadores en la zona. Barttlelot volvió a Yambuya sin él, con sólo una vaga promesa de Tip de enviarle algunos refuerzos.
El cruce de las densas selvas de Ituri fue la parte más difícil del viaje. De los 389 hombres que dejaron inicialmente Yambuya, sólo 169 consiguieron sobrevivir debido a las enfermedades, los combates con los pigmeos y negreros árabes y la propia severidad de Stanley. En los campamentos árabes de Ugarrowwa's e Ipoto debieron cambiar gran parte de su armamento y equipos por provisiones para poder continuar. Continuaron mientras el bosque iba siendo sustituido por praderas hasta llegar al lago Alberto el 13 de diciembre, donde las últimas informaciones situaban a Emin Pasha, pero él no estaba allí y los nativos dijeron no haber visto un europeo en años. Mientras acampaba en el fuerte Bodo, construido por él en la aldea de Ibwiri, Stanley recibió el 18 de abril de 1888 una carta de Pasha en la que decía que había oído hablar de la expedición de rescate un año antes y que los rumores de su llegada le habían llevado en marzo hasta el lago Alberto, donde le esperaba.
Encuentro con Pasha y viaje de vuelta
El encuentro con Emin Pasha no fue como se lo había imaginado. El alemán, que vestía y actuaba como un africano (de tal manera que había engañado a la población del lago Alberto), no mostraba ningún tipo de miedo o ansiedad por los rebeldes sudaneses ni consideraba que corriese para entonces peligro alguno o que le hiciese falta algún tipo de rescate. Aun así, brindó de buen grado con el champán que Stanley se había traído para tal evento desde Europa y dio todos los alimentos necesarios a sus rescatadores, que ahora se habían convertido en rescatados. Stanley no consiguió convencer a Pasha de que volviera con él, así que tras un mes de discusiones dejó el campamento tras dar algunas municiones a Pasha y volvió al fuerte Bodo.
Allí encontró a Stairs, que había vuelto de Ungarrowwa's con sólo 14 supervivientes, junto a los hombres que había dejado en Bodo. Al iniciar el viaje de vuelta descubrió los Montes Ruwenzori, y prosiguió rumbo a Yambuya en busca de la segunda columna en que se había dividido la expedición, de la que no había recibido signos de vida desde hacía mucho tiempo. El 17 de agosto encontró a Bonny y un puñado de sus porteadores en Banalya, a 90 millas de Yambuya. Barttelot fue muerto de un disparo durante una disputa, Jameson y Troup habían sido abandonados enfermos de fiebres y Ward había abandonado la expedición y descendido el río Congo de nuevo con la intención de volver a Londres, pues daba a Stanley por perdido tras casi un año sin noticias suyas. La expedición apenas contaba con 412 supervivientes en el viaje de vuelta, 124 de los cuales estaban demasiado enfermos para cargar algún equipaje. El 16 de enero de 1889, recibió una nueva carta de Emin Pasha, que le desveló el paradero de Jephson: los propios hombres de Pasha lo habían capturado en el lago Alberto y sometido a arresto. Posteriormente, un grupo de los oficiales de Pasha se rebeló contra él y lo sometió a arresto domiciliario en Dufile hasta noviembre. Aún en esa situación, Pasha se negó a volver con Stanley una vez más, pero finalmente accedió. El 17 de febrero se reunió de nuevo con Stanley acompañado de 65 de sus soldados en el lago Alberto. En los meses siguientes más soldados y las familias de éstos, tal vez temiendo represalias de los nuevos gobernantes de Equatoria, se unieron a la expedición con el objetivo de llegar a la costa.
Al pasar por los Ruwenzori Stairs aprovechó para coronar su cima, siendo el primer europeo que lo conseguía. Posteriormente siguieron la ribera de los lagos Eduardo y Jorge, y cruzaron las aguas del lago Victoria. Al otro lado Stanley firmó dos tratados con los reyes de Ankole y Karagwe, en la actual Uganda, que fueron utilizados años más tarde por los británicos para reclamar la propiedad del país. El 15 de agosto alcanzaron la misión de Usambiro y se enteraron de las disputas entre alemanes y británicos por la colonización de África oriental. Al aproximarse a la costa encontraron patrullas alemanas y fueron escoltados por el general germano Hermann von Wissmann hasta el puerto de Bagamoyo. Allí se quedó Emin Pasha, aquejado de una enfermedad de la que no se recuperaría hasta 1890. Desde Bagamoyo partieron a Zanzíbar, donde dejaron los escasos lugareños que habían sobrevivido a la expedición, luego a Egipto, donde se quedaron los egipcios y sudaneses, y finalmente a Inglaterra, donde se bajaron los europeos.
Últimos años
Stanley volvía a ser un héroe a su regreso, aclamado junto a sus compañeros desde todos los ámbitos. Publicó otro libro donde relataba esta aventura que se vendió con rapidez. Pero nuevamente, cuando se hicieron públicos los tremendos costes de la expedición y la actitud de Stanley con los africanos, volvieron a arreciarse las críticas.
Stanley se casó poco después con la artista galesa Dorothy Tennant e hizo carrera política, representando en el Parlamento la zona de Lambeth, al sur de Londres, entre 1895 y 1900. Murió en Londres el 10 de mayo de 1904, siendo enterrado en la iglesia de St. Michael, en Surrey, donde una enorme losa de granito narra sus hazañas.
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